Señor
Director de El País:
Don
Fernando Lázaro Carreter, en El dardo en
la Palabra, cuenta que “El lenguaje
nos ayuda a capturar el mundo, y cuanto menos lenguaje tengamos, menos mundo
capturamos. O más deficientemente. Una mayor capacidad expresiva supone una
mayor capacidad de comprensión de las cosas. Si se empobrece la lengua se
empobrece el pensamiento”. Genial, Don Fernando considera que “La lengua es la
piel del alma”.
La conformación
de las palabras en nuestra cabeza, el modo en que hablamos. . . la voz humana
(que diría Jean Cocteau) como hilo conductor que nos enlaza a unos con otros es
importante. Tan importante que las cosas no existen hasta que no se les da un
nombre y ese nombre permea a la persona y a su grupo social y toma carta de
naturaleza.
Definir correctamente las ideas, las personas, las situaciones o
simplemente el color que brilla en la punta del ala de una mariposa es
primordial para que todos entendamos de qué hablamos. La definición incorrecta
hace daño, vuelve nimio lo grande, arruga la luz y la torna materia de desecho.
Contar
esto a personas que viven de y por la palabra es redundante. Sin embargo, es
esencial entender que la dignidad o la humillación pueden trabajarse en los
gestos, pero éstos pasan.
La palabra permanece. Es duradera y su efecto se prolonga, por sutil que sea, creando categorías en los actos humanos.
La palabra permanece. Es duradera y su efecto se prolonga, por sutil que sea, creando categorías en los actos humanos.
Esta
es la raíz de la carta que hace unos días remití a El Defensor del Lector de su
periódico y que hoy dejo aquí, como carta abierta que espera ser comprendida.
Señor Defensor del lector de El País:
Con dolor, con gran dolor, acabé de
leer el pasado domingo el reportaje (o Publirreportaje) titulado “Vientres sin
ley”. Imagino que en un remedo mal pergeñado de la película de Howard
Hawks, “Ciudad sin ley”.
Dolor porque se dicen cosas y se
manejan conceptos que hacen daño a los cientos de familias formadas mediante
subrogación.
En
primer lugar, en España la Gestación Subrogada o Subrogación no es Ilegal (“La maternidad subrogada no es legal en
España”). Ninguna de las personas que hemos recurrido a ella hemos
cometido ilegalidad alguna. No es un delito, ni siquiera una falta
administrativa. De haber sido así, difícilmente podríamos tener a nuestros
hijos inscritos en el Registro civil, que como sabe está a cargo de un Juez.
Si se refiere a la Ley
española de Reproducción, lo que dice es que el contrato es nulo de pleno
derecho en España, pero NO la técnica. Por eso somos legales y estamos aquí con
la cabeza bien alta.
Además, el proceso
gestacional realizado en USA, como el que se describe, recibe tutela judicial
efectiva, acorde a las leyes de su lugar de nacimiento. De modo que lo de “sin
ley” será un recurso emocionalmente impactante, pero carente otras virtudes.
En segundo lugar, no dudo que el Sr. Expósito (u otras personas) haya tenido a su hija mediante un Tour de la
Fertilidad o mediante un vientre de alquiler (“no es infrecuente encontrar chicas que no desean alquilar su vientre a
una determinada pareja”). No dudo que la periodista haya disfrutado de la
visita porque el “supermercado de
agencias de óvulos, de madres subrogadas y de bancos de espermatozoides es
amplio y variado en Los Ángeles”.
Pero mi hijo ha nacido a través de una técnica de
reproducción asistida llamada subrogación, gestación subrogada o, como
recoge la Ley española, gestación por sustitución.
El periodismo seguro que conoce el valor de la
palabra, pues vive de ella. No voy a explicar por tanto la diferencia entre
decirle a un niño que ha nacido de un vientre de alquiler o de una gestación
subrogada.
Sé que determinados términos venden más y que son
motores de búsqueda más potentes. Pero eso no soslaya el respeto que se le debe
a los niños, a todos los niños, nacidos mediante técnicas reproductivas, sean
las que sean.
Que los vulgarismos nacidos en las telenovelas o en
telefilmes de bajo presupuesto, que tanto entretienen los domingos por la
tarde, sean de lenguaje común no los hace menos vulgares. Ni menos lesivos. No
he encontrado que a los hijos de donantes de semen se les llame “niños de paja”
o “niños de semen vendido”. Se habla de donantes, de donación. Pero cuando una
mujer dona su capacidad gestacional se habla de
“niño venido al mundo dentro de un
vientre de alquiler”
Yo no he alquilado a ningún ser humano, señor,
porque eso sí que es ilegal. Y viola los principios de la ética y de los DDHH.
Pero es el lenguaje, el modo en que se narra el
viaje, lo que es realmente lesivo. Cuando el día de mañana un niño nacido
mediante esta técnica reproductiva quiera leer sobre ella, puede que encuentre
su artículo ¿Cómo se sentiría usted leyendo esas cosas sobre su concepción y
nacimiento? ¿Qué sentiría al imaginar a sus padres en el supermercado de la
carne?
SI, he leído lo que dice una pareja de la Asociación
Son Nuestros Hijos. Un contrapunto, pero el daño está en el titular. En los
titulares. Sin Ley. Alquiler. Tour.
Supermercado. Y el daño está hecho.
Por eso, repito que con dolor, con gran dolor
terminé de leer el reportaje sobre una técnica de reproducción asistida. Lastima
que el respeto al menor no figure entre lo que se cuenta.
Y la mujer. Llevo asistiendo a mujeres durante su
embarazo y parto desde el año 1982. Tal vez por eso me merezcan tanto respeto.
Un respeto que aquí, al cosificarlas, no se les ha demostrado.
Mi deseo hubiese sido remitir este escrito al
Director o a la Periodista en cuestión, pero tal vez usted sea el vehículo
adecuado para hacerles llegar este sentimiento que me embarga.
Atentamente
Pedro Fuentes Castro
--Tal vez porque “La
escritura es la pintura de la voz” habría
deseado que su paleta tuviese otros colores--
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