lunes, 13 de agosto de 2012

Este orgullo celebramos que la gestación subrogada salió del armario



Mi marido y yo queríamos ser padres, algo que puede parecer una locura teniendo en cuenta que ninguno de los dos tenemos útero. Pero cuando el deseo es tan grande se buscan soluciones.
Resultó que no éramos la única pareja del mundo con dificultades; miles de mujeres padecen síndromes como el de Asherman o el de Rokitansky que les impiden gestar a sus hijos. Pronto descubrimos que había una solución, una técnica de reproducción asistida llamada gestación subrogada y vulgarmente conocida como "vientre de alquiler"...
..."Vientre de alquiler", aquello nos sonaba a telefilm de domingo por la tarde, de esos que siempre acaban en tragedia. Los medios llevaban años dando una imagen sórdida del tema. La única información disponible llegaba distorsionada en formato de cámara oculta, donde a todos los que salen se les asume culpables de algo horrible.
Es difícil lanzarse a la aventura de la paternidad por subrogación sin contar con el testimonio tranquilizador de alguien que haya pasado por ello. Y en aquella época no había referentes. Los famosos no contaban su historia con tanta alegría como lo hacen ahora. Miles de niños nacían cada año gestados por mujeres que no eran sus madres, pero nadie hablaba de ello.
Tuvimos la suerte de encontrar a una pareja que nos mostró el camino. De manera desinteresada nos contaron todos los detalles del proceso, desde las cuestiones médicas hasta el marco legal, pasando por la relación maravillosa que suele surgir con la mujer gestante o por cómo organizar los viajes. Nos infundieron la ilusión de saber que un hijo es posible y nos enseñaron que la gestación subrogada es un procedimiento legítimo para a ser padres.
Nuestra hija nació a principios de 2010 en San Diego (California), estaba sana y era preciosa. Nuestra gestante se encontraba perfectamente y todos los miedos acumulandos se disiparon de golpe. No nos cabía tanta felicidad, paseábamos por Pacific Beach con nuestro bebé y lo presentábamos por Skype al resto de la familia.
Recibimos muchas felicitaciones de todos los amigos que habíamos hecho por el camino. Dos años antes habíamos creado una pequeña lista de distribución con las cuatro parejas que habíamos conocido a través de las asociaciones de familias homoparentales. La utilizabamos para compartir información sobre clínicas, agencias, compañías de seguros, abogados y para felicitarnos cuando los test de embarazo daban positivo o cuando nacían nuestros hijos. Esta red social fue creciendo, y ya reunía a decenas de familias que funcionaban dándose apoyo mutuo para afrontar el largo y complejo proceso de subrogación.
Lo que empezó como un pequeño grupo de amigos pronto tomó conciencia de colectivo que podía articularse para luchar por sus derechos. Estábamos teniendo hijos cuya filiación se establece con dos hombres, como reconocen diferentes Estados americanos. Aunque este resultado no es contrario al orden público español, el hecho de tener dos padres hacía sospechar que nuestros hijos habían nacido por un procedimiento nulo según la ley de reproducción asistida.
Una de las familias del grupo tuvo la gran idea: debería ser posible hacer valer esta filiación ante el Registro Civil español. Todos comenzamos a solicitar las inscripciones de nacimiento en los registros consulares con la verdad por delante. Estos Son Nuestros Hijos; sus dos papás no podemos fingir un parto, pero estamos orgullosos de haberlos traído al mundo. Somos españoles y nuestros hijos tienen que ser inscritos como ciudadanos españoles.
Las denegaciones de inscripción no tardaron en llegar, dejando a nuestros hijos en un limbo legal, sin la ciudadanía de sus padres. Al volver a España pasaban a ser unos sin papeles en su propio país. Los recursos administrativos ante el Ministerio de Justicia no se resolvían y solo nos quedaba una salida, la presión política.
Y cuando uno quiere una solución política, primero tiene que crear una corriente de opinión. Fue así como decidimos sacar la gestación subrogada del armario. Necesitábamos visibilizar nuestros casos y mostrar al mundo que éramos familias normales con las que se estaba cometiendo una injusticia. Nuestra red sirvió para articular una campaña de comunicación, elaboramos mensajes fáciles de entender, acudimos a los platós de televisión, a la prensa, iniciamos peticiones en actuable y creamos un blog.
La acogida en los medios fue muy buena, trataron el tema con respeto y cariño. Por primera vez, había familias que hablaban abiertamente de su paternidad por gestación subrogada. Curiosamente todas homoparentales; para la subrogación, son las parejas heterosexuales las que siguen en el armario.
La solución se hizo esperar, nuestra hija había cumplido un año cuando el pasado verano conseguimos su inscripción en el registro. Desde entonces se ha ido regularizando el acceso al Registro Civil de los niños nacidos por gestación subrogada. Y este es el primer Orgullo en el que nuestros hijos lucirán su ciudadanía española.
Gracias al esfuerzo y al trabajo de un grupo que cuenta ya con más de 100 familias, hemos conseguido dar un gran paso en los derechos reproductivos de las personas LGTB. Nuestra realidad ya no se esconde ni es objeto de programas amarillos. Todavía nos queda mucho por conseguir, pero este Orgullo 2012 estamos de celebración.

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